sábado, 6 de octubre de 2007

¿El origen, acaso?

Donoso Cortés, descendiente directo del conquistador de México, fue un intelectual, filósofo y parlamentario español del siglo XIX. El día 4 de Enero de 1849, dice la nota preliminar del libro Grandes Discursos, de la editorial española Océano, «[...] se levanta de su escaño para terciar en el debate abierto sobre política general. Pertenece ahora este diputado a la mayoría conservadora y levantábase para responder al discurso de oposición que, momentos antes, pronunciara el insigne Cortina, jefe del partido progresista. [...] El gobierno español había forzado la mano para mantener el orden durante la crisis agudísima de 1848, extendida por casi toda Europa [...]». En Wikipedia dicen de él que «[...] es famoso por [el] vuelco hacia la reacción, a partir de 1848, en que llevó a la imprenta su famoso "Discurso sobre la Dictadura" [del que reproduzco un extracto más adelante] que contiene su teoría de la "dictadura del sable", una apología del gobierno fuerte como efecto del caos que él veía en la revolución de la modernidad.»

Gretchen Small, en un artículo publicado en la página del Instituto Schiller, dice «Cualquiera haya sido la importancia de su conducción en la reacción a la revolución de 1848 en Europa durante su vida, después de su muerte, Donoso desempeñó un papel decisivo en la creación del fascismo en el Viejo Continente en la primera mitad del siglo 20, a través de la obra de su admirador Carl Schmitt, jurista del régimen nazi. Empezando por lo menos en 1922, Schmitt se dio a la tarea de revivir la obra de Donoso como uno de los tres pensadores necesarios para la Filosofía política de la contrarrevolución, como Schmitt tituló un ensayo que publicó ese año. Schmitt le acreditó a Donoso el haber llegado a conclusiones más profundas que su predecesor filosófico, el ideólogo sinarquista Joseph de Maistre, otro de los tres "pensadores" considerados por Schmitt como decisivos para la contrarrevolución, junto con Louis de Bonald, supuesto padre del tradicionalismo.»

Así pues, que este Marqués de Valdegamas, como era, promulgó uno de los discursos más seguidos por las mentes políticas fascistas y de izquierda, desde el siglo pasado. Quizá, en Venezuela, y en muchos otros países de Latinoamérica especialmente, le debamos mucho de lo que se ha vivido o se vive actualmente, a este hombrecito locuaz.

A continuación parte del discurso que le hiciera, para nuestra desdicha, famoso.


[...] en la política interior, la legalidad, todo por la legalidad, todo para la legalidad, la legalidad siempre, la legalidad en todas circunstancias, la legalidad en todas ocasiones; y yo señores, que creo que las leyes se han hecho para las sociedades y no las sociedades para las leyes, digo: la sociedad; todo para la sociedad, todo por la sociedad, la sociedad siempre, la sociedad en todas circunstancias, la sociedad en todas ocasiones.

Cuando la legalidad basta para salvar a la sociedad, la legalidad, cuando no basta, la dictadura. Señores, esta palabra tremenda, que tremenda es, aunque no tanto como la palabra revolución, que es la más tremenda de todas; digo que esta palabra tremenda ha sido pronunciada aquí por un hombre que todos conocen [refiriéndose a él mismo]; que no ha sido hecho por cierto de la madera de los dictadores. Yo he nacido para comprenderlos, no he nacido para imitarlos. Dos cosas me son imposibles; condenar la dictadura y ejercerla. Por eso lo declaro aquí, alta, noble y francamente. Estoy incapacitado para gobernar: no puedo aceptar el gobierno en conciencia; yo no podría aceptarlo sin poner en guerra mi razón contra mi instinto.

Digo, señores: que la dictadura en ciertas circunstancias, en circunstancias dadas, en circunstancias como las presentes, es un gobierno legítimo, es un gobierno bueno, es un gobierno provechoso, como cualquier otro gobierno; es un gobierno racional, que puede defenderse en la teoría como puede defenderse en la práctica. Y si no, señores, ved lo que es la vida social. La vida social, señores, como la vida humana, se compone de la acción y la reacción, del flujo y el reflujo, de ciertas fuerzas invasoras y de ciertas fuerzas resistentes. Ésta es la vida social, así como ésta es también la vida humana. [...] Pues bien; yo digo que no existiendo las fuerzas resistentes, lo mismo en el cuerpo humano que en el cuerpo social, sino para rechazar las fuerzas invasoras, tienen que proporcionarse necesariamente a su estado. Cuando las fuerzas invasoras están derramadas, las resistentes también lo están; lo están por el Gobierno, por las autoridades y por los tribunales, y en una palabra, por todo el cuerpo social; pero cuando las fuerzas invasoras se reconcentran en asociaciones políticas, entonces necesariamente, sin que nadie lo pueda impedir, sin que nadie tenga derecho a impedirlo, las fuerzas resistentes se reconcentran por sí mismas en una mano. Esta es la teoría clara, luminosa, indestructible de la dictadura.

Más información sobre Donoso Cortés, su vida y su obra, aquí.


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